Desde otro ángulo: la actualidad analizada con otra mirada.
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María Corina Machado
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Un Premio Nobel de la Paz debería ser un motivo de celebración universal, un aplauso unánime a la lucha por la justicia frente a la tiranía. Pero, ¿qué ocurre cuando un galardón de esta magnitud, en lugar de unir, revela la mediocridad ética que la ideología es capaz de producir en una sociedad? El otorgado a la líder opositora venezolana, María Corina Machado, ha funcionado precisamente como ese espejo implacable en España. Lejos de generar consenso, ha expuesto una fractura moral profunda, trazando una frontera invisible que nos obliga a posicionarnos. Esa es la "línea macorina", un concepto que desnuda una crisis de valores que va mucho más allá de la política exterior y nos confronta directamente con nuestra postura frente a la libertad.
Más allá de la ideología: un premio a la acción heroica
El Nobel a María Corina Machado no es un gesto político abstracto ni un premio a una ideología concreta; es un reconocimiento a la acción heroica y persistente contra un régimen criminal. El Comité Noruego fue explícito al justificar su decisión, destacando tres criterios clave que validan una estrategia valiente:
• Ha logrado cohesionar a la oposición de su país.
• Ha demostrado una firme resistencia a la militarización de la sociedad venezolana.
• Ha sido inquebrantable en su apoyo a una transición pacífica hacia la democracia.
Este enfoque en la acción choca frontalmente con las reacciones puramente ideológicas que se han visto en nuestro país, las cuales ignoran el valor del sacrificio personal para refugiarse en la lealtad ciega a un bando. La propia galardonada con humildad se declaró un mero símbolo de un empeño colectivo. Sin embargo, es precisamente esta claridad moral del premio la que ha provocado en España una reacción que ignora la acción para refugiarse en la ceguera y la cobardía.
La "Línea Macorina": el espejo de la ceguera y la cobardía
La reacción en España destapa lo que podemos llamar la "línea macorina": una frontera mental, nítida y clara, que separa a quienes celebran la lucha por la democracia de quienes no lo hacen. Esta línea revela un ataque a la causa de la libertad desde dos flancos muy distintos:
• El flanco izquierdo ideológico: Aquí se sitúan ideólogos que, sin más brújula ética que su bando, llegan a comparar a la galardonada con Putin o Hitler. Es la ceguera irracional de quienes, en su afán por defender a tiranos afines, pierden toda conexión con la decencia.
• El flanco de los partidos mayoritarios: Peor aún es el segundo grupo. Lo componen aquellos que, desde partidos mayoritarios, han optado por el silencio y se han puesto de perfil. Aquí no hablamos de estropicio ideológico, sino de un cálculo electoral de cobardía pura y dura, el miedo a que una felicitación elemental comprometa futuras alianzas políticas.
Esta línea, por tanto, no es un simple barómetro moral; es una llamada a la acción política. Es una frontera que se puede cruzar, pero cuyo cruce debería tener consecuencias.
El origen cultural de "Macorina": una rebeldía más profunda
El apelativo "Macorina" tiene un sorprendente y profundo origen cultural que eleva el debate por encima de la política partidista. Fue popularizado por la icónica canción de Chavela Vargas [1] e inspirado en María Calvo Nodares, una mujer cubana de principios del siglo XX descrita como "indómita y libre". [2]
Esta conexión nos recuerda algo fundamental: María Corina Machado, como la Macorina original, no tiene que ser un ser de luz para resultar heroica frente a un tirano. Al igual que Chavela, su lucha resuena con una rebeldía más profunda que la simple militancia. Su postura era existencial, un rechazo a toda forma de opresión. Defendía la libertad individual por encima de las mandangas ideológicas. Su postura era existencial y moral, no ideológica: rechazaba la opresión, los prejuicios y las hipocresías sociales. Defendía la libertad individual y la autenticidad.
¿En Qué Lado de la Línea se Sitúan?
El Nobel a María Corina Machado ha resultado ser un test de estrés para la moral pública española, revelando que apoyar la libertad no siempre es un gesto cómodo. Se puede ser conservador o progresista con honor; lo que no se puede ser, sin ser además un poco miserable, es alguien que apoya a quienes someten a un pueblo con armas y drogas. Es despreciable llamar golpista a quien da voz a una soberanía robada.
La "línea macorina" nos obliga a entender de qué lado está cada cual ante la evidencia de la tiranía. La pregunta no es solo de qué lado de la línea decidimos estar, sino qué consecuencias estamos dispuestos a asumir como ciudadanos contra aquellos que eligen el otro lado.
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[1] La autoría de la letra de "Macorina" fue, en realidad, del poeta asturiano Alfonso Camín, emigrado a Cuba. El poema "Macorina", antes de que lo popularizara Chavela Vargas, se recitó por todo el Caribe.
[2] Calificada por algunos como la "Mata Hari" cubana, perteneció a los círculos sociales más selectos de la Habana y murió casi en la miseria en 1977. https://erudicion.blogspot.com/2013/09/macorina-el-dia-30-dejulio-de-2012.html?m=1
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